Hermandad de la Vera Cruz de Brenes

Escudo Hermandad de la Vera Cruz y Caridad de Brenes
Hermandad de la Vera Cruz de Brenes
Muy Antigua, Piadosa, Real, Ilustre y Franciscana Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Santísima Vera-Cruz y Caridad de Nuestro Señor Jesucristo, Triunfo del Santo Lignum Crucis y María Santísima de los Dolores en su Soledad

Cartel de la Coronación Canónica de Mª. Ssma. de los Dolores en su Soledad

El 14 de enero de 2024 Vera-Cruz de Brenes presentó en acto público en la parroquia de Brenes el Cartel Anunciador de la Coronación Canónica de su titular, la Santísima Virgen de los Dolores en su Soledad, que será el próximo 29 de junio de 2024.

En el aniversario del Anuncio de la Coronación Canónica que en nombre del Sr. Arzobispo de Sevilla hizo el que era entonces párroco de Brenes D. Javier Martínez Naranjo, en el mismo lugar y ante una parroquia abarrotada de igual manera.

En esta ocasión, el acto ha discurrido con una normalidad y buena organización como es habitual en los actos que organiza la que es la hermandad más antigua de la localidad, con la presencia de autoridades religiosas como el párroco actual de Brenes, D. José Mario así como autoridades civiles locales y provinciales, hermandades locales y pastorales parroquiales, acompañados por la banda de música El Arrabal de Carmona.

El acto ha iniciado y anunciado el cartel por el que recientemente nombrado pregonero de la Coronación, D. José Daniel Lozano Marchena, cuyas palabras han dado paso al desarrollo de esta presentación cercana al pueblo en la casa de Dios. También ha incluido el acto unas palabras del autor de la obra pictórica tras el descubrimiento de la misma por los antiguos hermanos mayores de la corporación del Viernes Santo así como por el actual D. Raúl Ahijón Muñoz.

En el acompañamiento musical se han podido disfrutar de las marchas propiedad de la Hermandad dedicadas a la Santísima Virgen de los Dolores, como son Dolores en tu Soledad de Brenes, de Abel Moreno, Madre Mía de los Dolores, del autor alcalareño D. Juan Manuel Velázquez Ruiz, así como la última marcha compuesta para la Santísima Virgen Campanilleros de la Vera-Cruz, compuesta por el músico y profesor D. Manuel Román, con letra de la Salve a la Virgen escrita por el hermano D. Cristian López García, hermano que donó la marcha a la Hermandad con motivo del Pregón de las Fiestas de la Cruz de 2023 y estrenada durante el mismo junto al coro de campanilleros de la hermandad.

Una obra para anunciar la Coronación de la Virgen

El relato de la mujer del Apocalipsis, que desde el anuncio de la coronación de la Virgen de los Dolores es la imagen que tenéis presente en todo momento, la referencia constante y recurrente, el motivo perenne… para los pintores supone una fuente de inspiración fecunda y sugerente, a la par que profundamente evocadora, pues más que interpretarla como la historia del final de los tiempos, al final se entiende como la ruptura total del tiempo y eso se traduce, inevitable e irremediablemente en la entrada en la dimensión de lo eterno. Lo eterno es el tiempo sin tiempo ni medida, y eso, en términos artísticos tiene un nombre muy concreto: lo clásico, lo que siempre es bello porque no está sujeto a modas.

La pintura surgió para figurar aquello que se desea porque aún no se tiene, para atrapar lo que tememos perder o para palpar lo que soñamos. De igual modo el símbolo se inventó para representar las cosas que, por ser tan grandes se nos escapan y no encontramos palabras para describirlas.

Pues bien, en estos tres conceptos se basa mi idea de pintura: en lo clásico, en lo anhelado y, sobre todo, en lo simbólico, en la obsesión y en la devoción por el símbolo, creyendo que en lo simbólico es como si Dios susurrara aquello que no se puede decir.

El Apocalipsis en sí mismo es una alegoría, un paisaje en el que florecen multitud de símbolos que dibujan unos signos tremendamente potentes, conformando una dramaturgia tremendista: el cielo se abre y se cae, las estrellas brillan en el día, el sol rompe el negro de la noche, la luna es el suelo, la lucha es sin cuartel entre el bien y el mal; el fuego, el agua, la tierra y el aire se entremezclan, los animales fantásticos cobran vida para matar, las palabras son mudas y los silencios atronadores.

La mujer vestida con los brillos áuricos del sol figura a la Virgen María, encarna a la humanidad y representa a la Iglesia, pues habita Dios en sus benditas entrañas, extiende las manos para acoger a todos y se levanta como un nexo de unión entre lo humano y lo divino. Su manto abierto es el velo del templo rasgado por el que Dios rompió todas las barreras con respecto a los hombres para transitar por todo el mundo nuevamente, como en el soplo de vida de los primeros días de la Creación que atravesaba los horizontes.

El pecho de la Virgen es un rompimiento de gloria, la gloria misma que fue anunciada, porque ese corazón sintió la alegría de la encarnación, y aunque fue traspasado por la espada del dolor, también fue el primero que se calentó con la luz del tercer día de la Resurrección porque antes que nadie supo que Cristo había resucitado. El pecho de la Virgen es un rompimiento de gloria, una representación del paraíso prometido por la palabra y las profecías, como si hilvanado con los encajes hubiera estado escrita la historia de la salvación, la que anunciaron los profetas, describieron los evangelistas y defendieron los discípulos: la que sostienen, como columnas del edificio de la Iglesia, san Pedro y san Pablo.

En la escena representada las cosas están pasando y han pasado a la vez; en el fondo San Miguel, el general de las legiones divinas, está matando al dragón que la Virgen tiene vencido a sus pies en el primer plano, aquel cuya presencia aterrorizaba en el cielo porque con la cola estaba golpeando las estrellas para que cayeran en la tierra mientras se aproximaba a la madre para devorar a su hijo. El dragón muerde el fruto del pecado original, por el que vino el dolor y la muerte y la expulsión del Edén perdido, mientras se retuerce en los últimos estertores bajo la nueva Eva, la Madre del Dios hecho hombre que vendría a traer la salvación y la vida y el paraíso prometido poblado de los laureles de la victoria del bien sobre el mal, del triunfo de la vida sobre la muerte. San Pedro conserva sólo una llave porque María abre las puertas del reino de los cielos a los hombres, ya no hay nada de atar porque está todo desatado.

Ahora todo cobra vida y autenticidad, el rosario de cuentas verdes se convierte en una planta del nuevo árbol de la vida, como si cada cuenta hubiera sido una semilla que ahora, con la tierra abierta por el cielo, germina, crece, florece y da frutos. La corona, más que una presea, más allá de ser un adorno o una joya se presenta como un sol triunfante, un círculo perfecto, la luz de Dios por la que todo brilla, la que alumbra a la Virgen para expresar la condición que atañe a todo el ser de María, su plenitud de gracia colmada del amor de Dios. En la cruz que remata la corona Jesús está crucificado, para evocar aquel pasaje del Calvario en el que Cristo explicita la doble condición maternal de María, como Madre de Dios y Madre de la Iglesia.

Todo esto está representado en el cartel que anuncia la próxima coronación de María Santísima de los Dolores en su Soledad en Brenes, con toda la carga poética y simbólica que este acto conllevará.

Scroll al inicio